El silencio antes de Bach

(Pere Portabella, 2007)

J.S. BACH (1685-)

1) Portabella divaga a placer sobre Bach, la música en general, mundo paralelo con capital en Leipzig, en cuya capilla de Sto. Tomás el compositor fue ‘kantor’ durante décadas fecundas; mundo en el que, disueltas las fronteras temporales, Bach sigue proporcionando al clavecinista Goldberg juegos musicales con que atemperar el insomnio del conde Keyserling.
La divagación melómana discurre sin formato junto a esas 30 Variaciones Goldberg, ajena al cliché narrativo (etiquetado por el director como “novela del XIX”), documental o biográfico. Prescinde sin más de los géneros.

2) Las variaciones de Portabella, hilvanadas por las piezas que se ejecutan (casi todas grabadas en directo), se aproximan a distintos lados del fenómeno musical: la afinación de instrumentos; su fabricación, venta y transporte; la vida diaria del músico profesional, la transmisión del oficio, la publicación de partituras, la tertulia en librerías…
Aunque desiguales, entre la colección de apuntes, miniaturas y especulaciones las hay memorables:

-En la cabina de un TIR camino de Alemania, el copiloto toca perfectamente a la armónica una de las variaciones G.
-Bach pedalea como un atleta en el monumental órgano de la capilla.
-En el desayuno enseña a uno de sus hijos cómo ejecutar uno de los preludios del Clave Bien Temperado.
-Un grupo de estudiantes toca impresionante al unísono la Suite nº 1 para violonchelo en un vagón de metro que avanza ruidosamente por el túnel. Sonido directo y alarde técnico de la steadycam.
-Al entregar una partitura a un cliente, Bach hace una demostración, tomada por cámara cenital, del método italiano de manos cruzadas, en un clavicordio de teclado negro.
-Primorosa reconstrucción de un mercado para relatar el descubrimiento por parte de Mendelssohn de un Bach entonces olvidado: su criado compra sesos de ternera y se los lleva envueltos en unas viejas partituras: la Pasión según San Mateo.
-Una coral de voces blancas canta un número de esa Pasión. La música “se ve” en los rostros según avanza la polifonía.
-Una violonchelista de cuerpo helénico se ducha en un piso barcelonés antes de viajar a Leipzig, a un concierto. El hombre de quien se despide tiene una tienda de pianos. El camionero los lleva a su destino.
-Un caballo de doma danza al son de una de las variaciones, en un prodigio de sincronización del material grabado por tres cámaras. Sublime belleza.
-La partitura del “Magnificat” pasa de izquierda a derecha sobre luminoso fondo blanco mientras suena el coro final.

3) En el Festival de Venecia, donde la obra fue bien acogida, Portabella proclamó su apuesta por las sendas al margen de la industria: los nuevos medios técnicos (en especial digitales) devuelven a la producción una fuerza creadora que se había mecanizado, como en una cadena de montaje, y liberan posibilidades de invención y experimentación artísticas, simbolizadas aquí por la fuente perenne de la música que fue Johann Sebastian Bach (1685- ).

Archilupo 

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