Contraté a un asesino a sueldo

(Aki Kaurismäki, 1990)

EN LOS BAJOS FONDOS

Kaurismäki se relaciona con Bresson por la desnudez formal, el hieratismo de los personajes, los abundantes silencios, los escuetos intercambios de frases cortas. Y con Ozu, por la sencillez de sus historias mínimas…
Y con Buñuel, habría que añadir, por el genial desparpajo con que desarrolla sus concretas narraciones, sin la menor vacilación. El relato nunca se detiene, aunque los personajes estén callados e inmóviles (ocurre a menudo): lo que se cuenta es la espera, el estupor o el acecho.
No hay paja en el estilo: parece todo acero.
También se emparenta con Buñuel por el humor seco, directo a la mandíbula, a menudo negro, como el género que actualiza y refresca en esta película, usando zumbonas parodias; véase la entrada del protagonista en el garito de los matones, o el encallecido recepcionista del hotelucho.

A un oficinista escrupuloso, para quien vivir es trabajar, le pone en la calle un reajuste de plantilla. Sus intentos de suicidio fracasan ridículamente, así que en los bajos fondos encarga a una organización de hampones un asesinato: el suyo propio.
Si se arrepiente será tarde. No podrá volver a localizar a los gángsteres; un desconocido pistolero le estará buscando para intentar matarle sin contemplaciones.
Gran idea y provechoso tratamiento.

Rodada en un Londres que no puede aparecer más sórdido, lumpen y cochambroso.

Cosecha Kaurismäki de ingredientes visuales:
Ornamentación todo-a-cien (flores de plástico, ceniceros con publicidad, asientos de eskai…).
Paisajes de fábricas humeantes.
Ventana abierta a una pared de ladrillo.
Moquetas con lamparones.
Un bar solitario en un barracón dentro del cementerio.
Un tipo fumando en la cama vestido y con zapatos.
Paredes con manchas de humedad y desconchones.
Latas de alubias, vacías junto al fregadero.
Cascotes, escombros.

(Un comentario al trabajo de J.P. Léaud: el actor se muestra a veces más perdido de lo que requiere el personaje; tal vez estuviera aún transtornado por la muerte de Truffaut.)

Kaurismäki declara su básico programa: contar una historia con imágenes sencillas, fáciles de asimilar. Lo consigue de sobra, mediante férreo control. Los resultados son con frecuencia regocijantes, por lo excesivo de la intencionada estética cutrista.
Y mientras hace reír, da que pensar sobre la pobreza y la precariedad de la condición humana.

Archilupo

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